lunes, 22 de abril de 2013

"El Timo Del Cambio". Para todos los dependientes y camareros.


Si trabajas de cara al público en un bar o en una tienda y debes cobrar a los clientes a diario, es imprescindible recordar la existencia de individuos/as que se dedican a timar y estafar al prójimo.

¿Has visto la película Nueve Reinas? (Gran película, por cierto.) En los primeros minutos se ve perfectamente “el timo del cambio” al que me quiero referir.

En primer lugar dejo un enlace con la escena en cuestión para que la podáis ver y todos sepamos de qué estamos hablando. http://www.youtube.com/watch?v=i4qv2FfFCDE

Quiero hablar sobre este timo porque me lo han intentado hacer en dos ocasiones. Y digo intentado, porque es relativamente fácil darse cuenta si prestas atención.
Trabajé de camarera entre 2009 y 2012, y no fue hasta verano de este último año cuando ocurrieron los hechos. Supongo que unos cinco años de creciente crisis económica hacen mella en la picaresca de la gente.

En el primer ejemplo que relataré, se pone de manifiesto el hecho de que los palos pueden venir desde cualquier dirección.

Era un sábado veraniego por la mañana. Había bastante ajetreo en el trabajo debido a la combinación del mercadillo semanal y el incremento estival de habitantes. Un padre y su hijo, de unos 10 o 12 años, se sientan en la barra y toman unos refrescos. El padre me indica que le cobre y tras decirle el importe de la cuenta, menos de 5€, saca un billete de 50€ de su cartera y me lo entrega. Me doy media vuelta, pongo el billete en la caja y saco el cambio correspondiente. Deposito el cambio del cliente en la barra, frente a él, que anda rebuscando entre sus bolsillos y cartera. Milagrosamente me indica que sí que tiene suelto, que seguramente me vendrá bien tener cambio.



Automáticamente me doy cuenta de que pasa algo raro. Me quedo de pie frente al cliente sin mover un músculo y le digo que por supuesto que me vendrá bien tener suelto. Él coge el cambio y hace que busca y rebusca, a la espera de que yo me dé la vuelta y recupere el billete de 50€ que me había dado antes. Yo observo  sin inmutarme su actuación.

Se supone que toda esa maniobra debía haberme distraído y yo debía sacar el billete de 50€ de la caja para dárselo al cliente y que me pagara con suelto. Así, se marcharía con el billete de 50€ y con el cambio del mismo.



Como el tipo observa que no me muevo del sitio, me dice que a ver si es que no me fío de él, que no va a salir corriendo. Todo ello acompañado por una especie de mirada tierna hacia su hijo que imagino que pretendía provocarme algún tipo de sentimiento de confianza. Intento fallido. Emito una sonrisita como de niña tonta y le indico: Si no es por usted, es para no liarme yo.

Ante tal respuesta, por fin se da por vencido en su empeño y, atención, encima me espeta que entonces le devuelva el billete de 50€, para lo que, esta vez sí, sostiene 2 billetes de 20 y 1 de 10 euros en la mano. De repente tiene todo el cambio del mundo.
En fin, que cojo los billetes, los meto en la caja y le devuelvo su ansiado billete de 50€ con el que imagino irá al siguiente bar a ver si le sale mejor la jugada.

Primer apunte: Has hecho mal el timo. Lo suyo es que consigas que yo saque el cambio de 50€ de la caja antes de que tú me des el billete.
Segundo apunte: Menudo ejemplo para tu hijo...



El segundo caso aconteció otra veraniega mañana de sábado. ¿Coincidencia? Seguro que no.
Entra en escena una típica familia gitana. Siete u ocho integrantes. Un par de mujeres, un par de hombres y tres o cuatro jóvenes. No soy racista. Hay timadores y malas personas de todas las razas y creencias. Lo que no me gusta es la delincuencia, independientemente de su origen.

La cosa iba bien, hasta que llegó el momento de pagar la cuenta. Las dos mujeres se acercan a la barra y me dicen que les cobre. Eran menos de 10€ de cuenta. Una de ellas saca un billete de 50€ y me pregunta si tengo cambio. Primera cosa rara. Se queda con el billete en la mano.

De acuerdo, pensé. Pues vamos a volver a jugar.

Me asomo a la caja y le indico que sí que tengo cambio. Entonces se me queda mirando. Se podía leer en sus ojos lo que estaba pensando: ¿por qué demonios no has sacado el cambio de la caja?

Primer intento fallido, aunque reconozco que lo intentaron hacer mejor que el maléfico padre anterior. ¿Ves? Te lo dije. Lo suyo es que yo hubiera sacado primero el cambio. Pero no pudo ser.



Por fin me da el billete de 50€, con lo que me doy media vuelta y lo meto en caja. Le entrego su cambio y, ¡adivina!, me dice que sí que tenía cambio y que mejor me pagaba con dinero suelto. Le digo que estupendo, que le cambiaré lo que necesite. De nuevo empieza la actuación de buscar y rebuscar, y de nuevo mi pasividad entra en juego.
Intentan que vaya a la caja a por el billete con frases como: Trae el billete que te lo cambio; o, Pero tráelo que te doy suelto. ¡Claro!, les indico, en cuanto me den lo que quieren cambiar. Segundo intento fallido.

Finalmente también desistieron, pero estos al menos no quisieron recuperar el billete de 50€ original. Imagino que tenían más, o al menos eso parecía. Podrían volver a intentarlo en otro bar de cualquier manera.

Espero que no sea en tu bar, ni en tu negocio.

No saques dinero de la caja hasta que no tengas en la mano el billete del cliente. Atento a cualquier cosa rara. Tratándose de dinero, no te fíes de casi nadie, o mejor de nadie.